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by Irune Serna
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  vida perra  
  Vida perra, 2019.  
     
 

La fotografía recoge la imagen de una performance destinada a ser pieza fotográfica, donde se trata el tema del alcoholismo femenino. He elegido este tema porque a nivel artístico me interesan cuestiones relativas a la identidad y el género, así como ciertas manifestaciones socioculturalmente controvertidas, abordadas desde una perspectiva de indagación psicológica y emocional.

Se trata de un trabajo en el que se pone de manifiesto una situación casi invisible que viven en España el 31% de las mujeres. La tipología de esta adicción presenta una mujer entre 14 y 34 años, en su mayoría soltera, separada o divorciada, con estudios medios y superiores y tanto económicamente activa como en calidad de estudiante o pensionista. (Gómez Moya, J., 2003). Esta conducta, habitualmente clandestina y llevada a cabo en soledad, cuenta con escaso apoyo y comprensión por parte del entorno. El rechazo social y familiar que sufre la mujer alcohólica contribuye a que sienta culpa y vergüenza para lo que vuelve a buscar refugio en el alcohol, retroalimentando así el problema. En las sociedades patriarcales herederas de las grandes religiones monoteístas, la mujer alcohólica siente la vergüenza y la culpa propias de unos valores culturales que premian en ella, el sacrificio y la abnegación por la familia, de manera que cuando la persona comienza a depender del alcohol, su propio imaginario cultural se desmorona y decide vivir su enfermedad de forma secreta.

A escala mundial, el 71% de las mujeres blancas han bebido de forma importante en algún momento de su vida, mientras que este porcentaje desciende hasta el 47% entre las mujeres afroamericanas y de ascendencia hispana y al 37% entre las asiáticas. Con estas abultadas cifras, he considerado que se trata de una situación con gravedad suficiente como para prestarle atención desde el punto de vista artístico.

Dentro de la exploración emocional y psicológica que buscaba para desarrollar el tema y dado el rechazo que supone la cuestión a nivel social, he preferido ser yo misma la modelo, ya que me resultaba más sencillo trabajar con mi propio cuerpo en la búsqueda de una identidad prestada por un tiempo. Mi tolerancia al alcohol es prácticamente nula, de manera que toda la acción se desarrolla en torno a una sustancia y sus consecuencias desde una perspectiva de empatía emocional y psicológica, no física.

 
     
     
     
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